Les Alberedes y Las Casas de San Juan: presente y posible del futuro de nuestros pueblos

Por fin quedo en Kike, conocido como el Maki del Pintxo, teníamos que ir a escalar, pero la baja forma nos hace buscar una alternativa, un lugar que los dos habíamos oído hablar y teníamos ganas de visitar. Nos cuesta encontrar el lugar, ya que no está señalado, finalmente, mirando por el mapa de Google vemos donde está. Camino abajo, y antes de bajar encontramos un buitre muerto por las alas de los molinos de viento, puede ser una metáfora de lo que encontraremos. Cualquier aparato artificial que metemos para generar energía, por muy sostenible que sea tendrá efectos sobre la naturaleza.

Junto a un río que es la frontera de Aragón en Valencia encontramos Las Alberedes, una pedanía del Portell de Morella. Hace 29 años se fue el último habitante, ahora es un pueblo abandonado, junto con un coche, la ermita de San Marcos, que se vuelve a llenar con la festividad del Santo por vecinos del Portillo, y calles que vieron un pasado vivo. Por suerte, una casa se ha restaurado, aunque pueden quedar esperanzas de no quedarse en el olvido.

A un kilómetro caminando y atravesando el río, la frontera, encontramos Casas de San Juan, un poco más pequeño que Les Alberedes y con vida. Alguna casa que no han dejado caer, y un hombre que hace la vida allí con sus animales, un lugar tranquilo para vivir. Como curiosidad, sólo pasar un río ya encontramos rutas señalizadas, tanto a pie como en bici. Aragón se acuerda más de estos sitios, aunque el problema en Teruel es mucho mayor.

Muchos recuerdan estos lugares bien vivos, pero una nueva forma de vida, la industria en las ciudades, la falta de servicios básicos y todo dificultades para estar convirtieron en un desierto. No es un caso aislado, España es de las zonas con más despoblación. La solución difícil, desde las administraciones no se piensa nada, las inversiones no llegan por mucha promesa de los políticos, y los años pasan y aún será mucho más difícil recuperar y mantener la poca vida que queda.

Una vida que nos recuerda quiénes somos, de dónde venimos, un pasado que vemos muy lejano, pero que padres y abuelos han vivido esta forma de vida.